A la segunda todo sale bien: la espada de Damocles
Hace dos veranos salía de correos de enviar una carta certificada con el contrato firmado más grande hasta la fecha, de 6 cifras al año, como dicen los americanos cuando quieren que parezca mucho pero sin dar detalles.
Seguramente tú te estes preguntado el porqué tenía que enviar el contrato por correo en papel. No te culpo, pero lo que yo estaba pensando era en como cerrar el siguiente, cuantos como esos había que cerrar ese año para tener el crecimiento necesario, como íbamos a llegar a toda es gente interesada en el producto y como vamos a convencerles de usar un producto que acababa de arrancar.
Esa es la espada de Damocles a la que me refiero en el título, no creo que sea ni un 10% de la responsabilidad sobre tus hombros si tienes una empresa con 25 empleados y no tienes 40 millones de capital riesgo en el banco, pero no deja de ser un peso sobre tus hombros.
No puedes defraudar a tus socios, a tus clientes, a tus inversores y sobre todo a la gente que has contratado contándoles que de esta salen por la puerta grande (lo de la enfermería no se cuenta mucho, esa es la verdad). Es posible que sea un juego muy caro por el que te preocupas más de lo debido, en el fondo el capital riesgo es eso, te la juegas. Esto no solo pasa a los fundadores, la gente del equipo tiene su propia espada de Damocles, quieren estar al nivel del resto de compañeros y, aunque cada uno aportamos de una forma, no quieres quedarte atrás.
La sensación de que todo está mal todo el rato, siempre hay un fuego, a alguien que entrevistar, que si el producto no hace X, que te toca ir a Austin a estar todo el día en un stand, sabiendo que cada minuto que estás allí tienes 3 nuevos mensajes de slack. Que si la competencia hace ha publicado una página con algo nuevo que es un fake, y aunque lo sabes, te mata un poco porque los fakes los podrías estar haciendo tú. Que un cliente te dice que mal mal mal, el board es dentro de un mes y no hemos hecho nada. No eres suficiente internacional, no eres diverso, no piensas suficientemente grande, no tienes foco, no tienes el foco correcto, gastas poco, gastas mucho, la madre que lo parió.
Hoy te levantas a las 5 de la mañana y no puedes dormir. Te pones al ordenata a avanzar cosas, “hoy termino antes” dices con la total seguridad de que no va a pasar. Sabes que te tienes que cuidar, hacer deporte, comer bien, ser buen marido/mujer/pareja/padre/hijo/loquesea como si fuese una tarea más. Tengo una tarea en mi calendario con este título “<MY DAUGTHER NAME> ROLLER SKATING - best moment of the week, please, do not override if what we are going to talk about is less important than seeing your 4 years old learning how to go fast on top of 8 small wheels”. Nunca nadie me ha puesto una reunión a esa hora si te lo estás preguntando. Sales a correr entre dos reuniones o saltándote la comida porque si no vas a estar saltando de zoom en zoom. Todo es una tarea más.
La historia de esto es que no sabes si estás en esto porque te gusta o tienes síndrome de Estocolmo. No dejas de sentirte culpable porque tu vida y tu trabajo están mezclados y, ya sabes, los que saben de la vida te dicen que eso está fatal, tienes que vivir tu vida como ellos te dicen. Como si todos los trabajos tuviesen una linea divisoria entre tu vida y el trabajo, como si tuvieses un interruptor en tu cerebro que te permite cambiar de modo trabajo a modo vida personal. Como si te dejases el cerebro en la oficina.
Aprendes poco a poco a vivir con la espada colgando encima tuya, que las cosas no van siempre como quieres y las cosas no son tan malas como a veces parecen. En mi caso algunos amigos que están y otros que por desgracia ya no (*) te ayudan a relativizar y poner las cosas en tu sitio. Entonces es cuando casi disfrutas y te das cuenta que mata más estar de 9-5 teniendo reuniones absurdas que mirar el filo de la espada cerca de vez en cuando, y esto lo digo por experiencia. Imagino que el refrán “sarna con gusto no pica” va de esto.
(*) Justo hoy hace dos años que se fue Feli. Es posiblemente la pérdida que más me ha tocado a nivel personal después de la de mi padre y que me ayuda mucho a poner las cosas en su sitio más de vez en cuando de lo que querría.